En este calendario biodinámico de 2021, se nos invitó a pensar en el 2050. Es el tamaño del desafío que permiten afrontar nuestras agriculturas, la biodinámica, la agroforestal, la permacultura, la regenerativa, la agroecológica entre las múltiples propuestas, desde dónde crear un sistema mundo capaz de alimentar todas las vidas.

Hacia el 2050, en dirección agroecológica.

Este boletín de otoño nos retrotrae hasta el otoño pasado cuando se declaró una pandemia que quiso encerrar durante un año a toda la humanidad. Fue cuando la agricultura cobró una nueva visibilidad como actividad esencial y se incrementó la demanda internacional y local para obtener alimentos saludables y transformar los modos de producción agrícola, Miles de personas inquietas, movimientos, asambleas y organizaciones sociales, nodos de consumidores, grupos políticos se preguntaron – en muchos casos, por primera vez- de dónde provienen sus alimentos, quienes los producen y de qué manera. La agricultura biodinámica, la permacultura, la agricultura orgánica y regenerativa, la agroecología son prácticas que entusiasman y permiten dar respuesta a una profunda crisis climática. No alcanza con dejar de contaminar. Debemos entender que es tiempo de regenerar el suelo, recuperar armonías, paisajes (internos y externos), frenar impactos e iniciar una profunda transformación que permita recuperar nuestras comunidades, las relaciones, el valor de lo colectivo y una visión holística (donde el todo es más que las sumas de las partes, la comunidad es más que la suma de sus individuos) y entender que el paradigma que estamos comenzando a transitar no es de acumulación de sustancias sino de circuitos de andar liviano, de energías o fuerzas, entramándonos en una gran red.

En esta situación inédita, en agosto pasado, por primera vez en América Latina, un país decidió crear una Dirección Nacional de Agroecología, en la órbita de la Secretaría de Alimentos que forma parte del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de Argentina. Pero ¿en qué consiste este concepto? ¿De qué trata la agroecología?Reunión del grupo de Renama de Lincoln, provincia de Buenos Aires
La agroecología fusiona dos disciplinas científicas, la agronomía y la ecología, y es considerada tanto una ciencia como una practica que resulta compatible con lá realización del derecho a una alimentación adecuada y de calidad. Se la entiende también como un paradigma superador en términos productivos socio-ambientales, filosóficos y espirituales, un concepto holístico capaz de brindar soluciones cuando falla el sistema y el modelo de agricultura química-transgénica actual, reconociendo que éstas surgen de un grave desentendimiento con los entornos ecológicos en los cuales se desarrolla. En cambio, la agroecología propone un conjunto de técnicas que permiten mejorar los sistemas agrícolas mediante la imitación, la observación de las relaciones, las sinergias de los procesos naturales, busca comprender a la naturaleza y trabajar con ella para cohabitar, somos parte de ella. Cada vez es menos aceptable como sociedad que se destinen 2.800 millones de dólares anuales a la compra de agroquímicos, por citar apenas el aspecto económico, si existen otras agriculturas que impulsan el desarrollo local, reducen las importaciones, disminuyen el uso de energía y de la logística que representan el 33% del costo de los alimentos, que explica la necesidad de los mercados de cercanía. En los ´90 se usaban 73 millones de litros de agroquímicos por año y ahora estamos en 500 millones, y la producción no se multiplicó en proporción. Entonces ¿ Cuándo vamos a parar? ¿en 700 millones? ¿en mil millones?. Son sustancias dolarizadas de la industria química a las que se nombra como “remedios” para las plantas (fitosanitarios). Siempre se enfoca en la enfermedad, en cómo diagnosticarla y cómo curarla. Pero no se hace hincapié en la salud. ¿Cómo hacemos para estar bien?” No se entiende que un suelo enfermo genera una planta enferma y un animal enfermo. Y esos son nuestros alimentos que generan un ser humano enfermo o débil, al que le faltan los elementos para estar bien. La fertilidad de los suelos es una de las claves para una agricultura menos dependiente y se relaciona con la salud de los cultivos, la salud humana y la ambiental. Es este concepto que surgió en la pandemia, de una sola salud, y se convirtió en consigna, en una demanda social. Es importante comprender que la diversidad que se genera arriba en los cultivos, será coincidente con la del suelo. Si los suelos son diversos, los alimentos son diversos y se refuerza nuestro sistema inmunológico.


La agroecología no debe medirse únicamente con la vara de los rindes, sino mirar integralmente todas las dimensiones.

La agroecología se presenta como una invitación a reconstruir esa información vedada, de quién, cómo, para qué y para quién se producen alimentos, con qué sabores, con qué nutrientes, y permite sentar a gente muy diferente en la misma mesa. Es un camino que lleva a fortalecer la comunidad en base a nuevos acuerdos en torno al sistema agroalimentario. La agroecología se nutre y reconoce los saberes locales de la agricultura campesina, chacarera y de pueblos originarios desde un paradigma sistémico y holístico. En su práctica, fusiona el conocimiento científico, la tecnología agropecuaria y la fuerza de los movimientos sociales ávidos de una profunda transformación en la relación entre la naturaleza y la producción. La agroecología es abrazada por las y los productores porque promueve modelos productivos adaptados a cada región y localidad. Su flexibilidad permite que se la aplique a diferentes escalas, actores y a todos los rubros productivos. Estimula las economías locales, la repoblación de los espacios rurales, permite abordar el conflicto social por la aplicación de agroquímicos porque permite producir en los periurbanos y a la vez cuidar el bolsillo de quien produce, genera mejores alimentos de alto valor nutricional y dignifica el trabajo rural, que se convierte en una tarea más valorada por la comunidad. Por último, la agroecología genera tranquilidad financiera; al no ser intensiva en capitall ni insumos, no requiere el uso de créditos del sistema financiero que comprometen la economía del campo.
Cuando aún no existían políticas de fomento ni promoción desde el Estado, en Argentina, uno de cada 50 establecimientos ya producían alimentos de base agroecológica de acuerdo a las cifras preliminares brindadas por el Censo Nacional Agropecuario de 2018. Hoy existen alrededor de 5 mil unidades productivas que eligieron una práctica sostenible por su cuenta, sin estructura gubernamental, subsidios o apoyos institucionales. Por eso, desde la Dirección Nacional de Agroecología, nuestra intención es visibilizar, fomentar y consolidar esa red vital que ya existe y multiplicarla para que se fortalezca una política pública a largo plazo, que trascienda una gestión. Es necesario, en un contexto de mucha incertidumbre, planificar con una mirada de mediano y largo plazo, nuestro objetivo es fomentar las experiencias ya existentes, apoyar a generar nuevos mercados, aumentar y diversificar la producción agroecológica, aportar valor agregado e incorporar a los consumidores a este circuito virtuoso donde todos ganan y nadie pierde. Este camino implica avanzar hacia un nuevo paradigma y no puede construirse de manera aislada o desde una Dirección Nacional, únicamente. La política, en su sentido más noble, nos lleva al diálogo con personas y grupos que atraviesan experiencias sustancialmente diferentes y conciben la realidad desde otras perspectivas pero con quienes habitamos un mismo territorio. De allí que esta manera de entender la agroecología no implica tanto un cambio de técnicas sino un profundo cambio societal, donde el campo, la salud, la vida sean preservados.
Por eso, desde la Dirección Nacional de Agroecología nuestro propósito es iniciar un Plan Participativo de Agroecología y de Reducción del uso de Agroquímicos, Es muy importante construir territorialidad y el trabajo en redes a través de las múltiples y diversas maneras de asociarse que tienen las personas. Desde la FAO, los distintos ministerios (Desarrollo, Ambiente, Salud, Agricultura, De las Mujeres, Géneros y Diversidad), entidades como el INTA, los grupos que pertenecen a Cambio Rural, las provincias y municipios, las mesas del asociativismo del INAES, pero también las organizaciones sociales, los grupos que pertenecen a la Red de Municipios y Comunidades que fomentan la Agroecología (RENAMA, Aabda) personas sueltas y todas las que se acercan a la agroecología a la que se percibe como un horizonte palpable hacia la soberanía alimentaria, con alimentos sanos, frescos ,donde podemos reconocer su origen e incluso su productor y su terruñoo, respetando la diversidad de las regiones y de las respuestas que cada comunidad logre establecer.
En este calendario biodinámico de 2021, se nos invitó a pensar en el 2050. Es el tamaño del desafío que permiten afrontar nuestras agriculturas, la biodinámica, la agroforestal, la permacultura, la regenerativa, la agroecológica entre las múltiples propuestas, desde dónde crear un sistema mundo capaz de alimentar todas las vidas.

Eduardo Cerdá

La agroecología se presenta como una invitación a reconstruir esa información vedada, de quién, cómo, para qué y para quién se producen alimentos, con qué sabores, con qué nutrientes, y permite sentar a gente muy diferente en la misma mesa. Es un camino que lleva a fortalecer la comunidad en base a nuevos acuerdos en torno al sistema agroalimentario.

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